La detección de metales es una actividad que consiste en utilizar dispositivos electrónicos llamados detectores de metales para localizar objetos metálicos ocultos bajo tierra, en superficies o incluso en personas. Estos dispositivos funcionan generando un campo magnético y detectando las variaciones o alteraciones que se producen en dicho campo cuando se encuentra un objeto metálico.
Los detectores de metales se clasifican en dos tipos principales: los de inducción de pulso (PI) y los de radiofrecuencia (VLF). Estos varían en la forma en que generan el campo magnético y leen las variaciones. Los detectores de metales se utilizan en una amplia variedad de aplicaciones, como la búsqueda de minas, la detección de armas ocultas, la búsqueda de objetos metálicos enterrados en arqueología, minería o como afición.