Jesús no vino para condenar, sino para que el mundo sea salvo por él.
El vino a sanar a los quebrantados de corazón; proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos;
para poner en libertad a los oprimidos.
Jesús dice: "yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia."