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El cuento del flautista de Hamelin es una de las leyendas más misteriosas y oscuras de la tradición popular alemana, recopilada por los hermanos Grimm. Aquí te lo narro:
Hace mucho tiempo, en la ciudad de Hamelin, Alemania, sus habitantes enfrentaron una plaga insoportable de ratas. Los roedores invadieron casas, almacenes y calles, devorando alimentos, mordiendo a las personas y sembrando el caos. Desesperados, los ciudadanos ofrecieron una recompensa a quien pudiera librarlos de aquella infestación.
Un día, apareció en la ciudad un hombre extraño, vestido con un traje de colores vivos y una larga capa. Se presentó como un flautista y aseguró que podía deshacerse de las ratas por un precio. Los líderes de Hamelin, sin más opciones, aceptaron su propuesta.
El flautista sacó una flauta y comenzó a tocar una melodía hipnótica. Increíblemente, las ratas comenzaron a salir de cada rincón de la ciudad, como si estuvieran encantadas por la música. Una tras otra, lo siguieron hasta el río Weser, donde todas se lanzaron al agua y se ahogaron.
Con la ciudad libre de ratas, el flautista regresó para reclamar su recompensa. Sin embargo, los líderes de Hamelin, creyendo que su trabajo no había sido tan difícil, se negaron a pagarle lo que habían prometido. Furioso por el engaño, el flautista juró vengarse.
Al día siguiente, regresó al amanecer y esta vez tocó una melodía diferente, aún más hermosa y extraña. Los niños de la ciudad, uno tras otro, abandonaron sus casas y comenzaron a seguirlo, completamente hechizados por la música. Los padres intentaron detenerlos, pero era inútil; los pequeños seguían al flautista como si estuvieran hipnotizados.
El hombre los condujo fuera de Hamelin, hacia las montañas cercanas. Según la leyenda, en un momento dado, la montaña se abrió para recibir al flautista y a los niños, quienes desaparecieron para siempre. Solo quedaron atrás un niño cojo, que no pudo seguirlos, y un niño sordo, que no había escuchado la música. Ellos contaron lo que había sucedido, pero los habitantes nunca volvieron a ver a sus hijos.
Desde entonces, Hamelin quedó marcado por esta trágica historia, y los habitantes aprendieron que no debían faltar a sus promesas. Sin embargo, el destino de los niños sigue siendo un misterio que ha alimentado historias y teorías a lo largo de los siglos.
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