TODOS, POR DENTRO, SOMOS MÚSICA
y justamente es ella, la que hace posible contarles mi historia.
Desde siempre le he cantado al amor y mi primer amor fue la música.
Por eso a mis 5 años, con una pequeña silla y una guitarra, ya daba
algunas serenatas.
Crecí entre pasillos, boleros, bambucos y música tradicional colombiana.
Y en ellos descubrí, que aún se le puede cantar al amor (y al desamor),
con el que todos nos sentimos identificados.
De alguna manera, somos historias interconectadas, con escenarios y
protagonistas diferentes.
Para mí, la música es una herramienta y también es una medicina.
Es catarsis, es transformación, es conexión.
Una conexión que hace posible cantar mis canciones, como se cuentan las
historias: Desde la intimidad y la cercanía, de los corazones que se hablan.