Aprendemos a entregarnos a nuestros semejantes cuando creemos que estos han dado un paso adelante hacia nosotros. Ocurre que la percepción del cerebro humano sobre la distancia física entre dos cuerpos y sobre la distancia emocional entre dos corazones, son diferentes en cada uno de nosotros. Pensar es olvidar diferencias, querer, un instinto de supervivencia, y amar, solo un privilegio al que unas veces no logramos identificar y otras, lo confundimos con el recuerdo e incluso, con el olvido.