Hemos sido comprados al precio más alto, porque el amor se volvió loco, a tal grado que envió a su ÚNICO hijo a morir por una criatura indignisima, pobrísima, que no valía la pena: la sangre del cordero de Dios fue derramada en el Golgotha para la remisión de la justa condena a la que estábamos destinados y así hemos quedado justificados, sin culpa y sin condena para vivir unidos a Dios desde ahora y para siempre. Jesús nos ha dejado como garantía el memorial de su pasión celebrado en la última cena y prolongado día con día en la Santa eucaristía hasta el final de los tiempos