Ser servidores de los Últimos es vivir el carisma de la Últimidad, lo cual implica la actitud de no conformismo ante el servicio que podamos dar al Señor, esto quiere decir, que nunca sea SUFICIENTE lo que damos a Dios, pero que creamos SUFICIENTE lo que recibimos de Él.
Ser servidor de los últimos es ser Jesús en medio de quienes están en estado de necesidad y vulnerabilidad humana y espiritual. Un servidor es una persona humana, consciente de su humanidad y consciente de la humanidad de los otros, en quienes el rostro de Jesús se manifiesta.
El servidor de los últimos es una persona Orante, amante y amable. En quien la alegría del Espíritu Santo y la conciencia de la Cruz son el estandarte que guíe sus obras.