Proclamemos las buenas nuevas de la bondad inmerecida. Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá de manifestarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la lluvia de primavera que riega la tierra.
Oseas 6:3
Viviré toda mi vida al abrigo del Altísimo y bajo su sombra estaré segura. Todas las mañanas digo a mi Señor: Esperanza mía, castillo mío y Mi Dios, en quien siempre confiaré.
Salmos 91:1-2
Le dije al Señor: ¡Tú eres mi dueño! Todo lo bueno que tengo proviene de ti.
Salmos 16:2
Señor, ahora que me hiciste entender, finalmente comprendo: tú no exiges ofrendas por el pecado. Entonces dije: Aquí estoy.
Salmos 40:6-7
Me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»
Lamentaciones 3:21-24