José Lezama Lima, uno de los mås grandes escritores que ha dado Cuba, dijo alguna vez que el cubano vive para el porvenir, vive pensando en el futuro.
Eso es La Habana hoy, una arquitectura que estĂĄ a la espera de algo. Recordando el pasado, pero sobrellevando el presente a ver quĂ© pasa en el futuro. Sus fachadas, sus balcones de hierro forjado, y escalinatas de mĂĄrmol son el fantasma de la opulencia que alguna vez trajo el azĂșcar a la isla a principios del siglo XX y que llevĂł a la elegantĂsima Habana a ser el reemplazo de ParĂs cuando la Ciudad Luz padecĂa algĂșn crudo invierno.
Y es verdad. Al caminar La Habana y el MalecĂłn se puede dar uno cuenta que el presente es solo un puente que hay que cruzar para llegar a otros lados.
El cubano es reflexivo. Ha perdido tanto en el camino sobre ese puente, que probablemente llegue sin nada al final del mismo.