Flecha, una Daga, Un sombrero, un corazón, un pájaro, un abanico.

Una joven soñadora paseaba por un parque un día de otoño, cuando un destello blanco capturó su atención. Con la naturalidad de quien descubre algo curioso, se inclinó y recogió el papel del suelo. Sus dedos comenzaron a acariciarlo, y poco a poco con destreza fue doblando y modelando. Transformó el papel en un avión y lo lanzó al aire, el cual despegó y aterrizó en el césped.
La joven se dio cuenta de que el papel podía ser cualquier cosa que pudiese imaginar. Agarró el avioncito del césped y lo hizo volar un rato por los cielos, jugando que sus brazos eran la pista de despegue. En un momento parecía que ya no era ella quien hacía volar el avión sino el avión quien la hacía moverse a ella, como si este quisiera contarle una historia, guiándola en una coreografía aérea.
De un giro imprevisto, la joven quedó como congelada en el tiempo por unos segundos y la realidad parecía desdibujarse. En ese momento el avión se convirtió en abanico delicado, y al agitarlo suavemente, creó una brisa coqueta y refrescante. La joven pasó a ser una dama antigua y elegante, se movía con gracia agitando el abanico a diferentes tiempos y cualidades.
El abanico pronto se hizo sombrero… no, no, no, no más bien eran libros en su cabeza con los cuales debía mostrar su gracia al caminar erguida y con notable equilibrio.
Agarró el avión y lo llevó a su mano, el parque de pronto se transformó en un valle rodeado por altos cerros. La muchacha era una guerrera entrenando su flujo y ataque. El valle se comenzó a nublar y la flecha que había cobrado vida se convirtió en una daga que se precipitó hacia su corazón.
La daga se incrustó en su pecho y la joven se cayó al suelo, luchando por respirar. Mientras la sangre escurría, la muchacha con dificultad la arrancaba de su pecho. Cuando al fin la quitó la daga se hizo corazón. El pulso del corazón resonó en su pecho, mientras su cuerpo se llenaba de fuerza vital.
El corazón siguió latiendo y, gradualmente, se desprendió de su cuerpo, transformándose en un majestuoso pájaro que alzó el vuelo. El avión regresó a su mano, y la muchacha se encontró nuevamente en el parque. Mientras despertaba de su ensoñación, aterrizo el avión en su palma, usando nuevamente su brazo como pista, lo desarmó con un gesto cuidadoso y dejó la hoja de papel en el suelo, como un testigo silencioso de su travesía imaginativa.

Cuento escrito por: Valentina Libertad Sule Dietz
Coreografía por: Valentina Libertad Sule Dietz
Música por: Vicente Saona Urmeneta, basada en un tema de Niños del Cerro
Interpretación en danza por: Valentina Libertad Sule Dietz
Interpretación en piano por: Vicente Saona Urmeneta

La coreografía fue creada en el marco de las observaciones de fin de año del ramo de Taller coreográfico por la Carrera de Danza del Estudio de Artes, en la estación superior del Ascensor El Peral.

Instagram del Estudio: estudiodeartes.ea ( www.instagram.com/estudiodeartes.ea?utm_source=ig_… )
YouTube del Estudio: @estudiodeartes9291

Agradecimientos infinitos a Valentina por proponerme esta idea, ha sido un placer y un honor poder colaborar en este proyecto.