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La Torre de Pisa, ubicada en Italia, es famosa en todo el mundo por su característica inclinación. La construcción de la torre comenzó en el siglo XII, específicamente en agosto de 1173, como el campanario de la cercana Catedral de Pisa.

Sin embargo, poco después de comenzar la construcción, se notó que la torre comenzó a inclinarse hacia un lado debido a problemas con el suelo inestable y la base de cimentación poco firme. Esta inclinación se debe principalmente a que la torre fue construida sobre terreno compuesto por suelos arenosos y arcillosos, lo que se debe a asentamientos desiguales y desplazamientos del suelo.

La construcción de la torre se detuvo en varias ocasiones debido a conflictos y guerras, lo que permitió que el suelo se estabilizara y redujera la inclinación de manera natural. Si la construcción no se hubiera interrumpido, es posible que la inclinación hubiera sido aún mayor y la torre podría haberse derrumbado.

A lo largo de los siglos, se llevaron a cabo varios intentos para estabilizar la torre y evitar su colapso. En la actualidad, la torre se encuentra asegurada y se han realizado trabajos de restauración y refuerzo estructural para conservar su integridad.

La inclinación de la Torre de Pisa es lo que le ha dado su fama mundial, y se ha convertido en un atractivo turístico muy visitado. A pesar de la inclinación, la torre ha resistido el paso del tiempo y se ha convertido en un símbolo icónico de la ciudad de Pisa y de Italia en general.