De pueblo sinuoso, rodeado de aguas, calles sin nombres y grietas que obligan a cambiar la dirección, patios sin fin donde la memoria quedó sin cercos ni tapias. Las melodías estallaban allí bajo el manto de hojas secas y veranos calurosos. Crecer fue perder la libertad, y hacer canciones fue recuperarla. No sabemos respirar pero estamos aprendiendo a mantener los ojos abiertos.
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